sábado, 6 de enero de 2018

EXHORTACIÓN(Romanos 9)

7 de enero 2018
Lectura: Romanos 9

De vez en cuando, perdemos la vista. Normalmente nos animamos al ver a las montañas grandiosas y lagos cristalinos. Nuestro camino espiritual tiene una vista tan maravillosa y llena de promesa para hoy y para el futuro, pero a veces la cambiamos por ceguera.

Mientras andamos en el camino hacia el reino, todos tenemos tiempos de dificultad que resultan en desanimo desafiando nuestra fe. Pero cuando ya no vemos la belleza del reino de Dios, nos debemos recordar de las bases de nuestra fe. Si no nos tratamos, corremos riesgo de caer en ceguera permanente. Aunque no menciona la ceguera específicamente, Pablo habla de sus hermanos israelitas que sufrieron la ceguera permanente en los primeros 5 versículos de Romanos 9. Se angustió por no poder hacer nada para cambiar su situación, pero queda claro que cada uno lleva su propia responsabilidad:

Desearía yo mismo ser maldecido y separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los de mi propia raza.  (Rom 9:3)

Que cada uno cargue con su propia responsabilidad.  (Gal 6:5)

Considerando la actitud de Pablo por un momento, vemos una dedicación sincera y un ejemplo de amor según lo que predicó Jesús. Me pregunto entonces: ¿Estoy preparado a sacrificarme hasta tal punto por mis amigos? A lo menos, ¿estamos disponibles para ayudar a nuestros hermanos cuando observamos que su visión sufre? Recordamos que Cristo enseñó así del amor verdadero en Juan 15:

13 Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos.

Eso lo hizo Cristo. Su amor hacia nosotros le motivó a sacrificarse. Y cuando nuestra visión se desenfoque, recordemos el sacrificio de Jesús, que nos sana y renueva la vista.

Hoy, para renovarnos la vista, quiero comentar de ciertas señales. ¿Cuales señales hay para indicar que la casa necesita  limpieza? Observamos polvo en los muebles, basureros llenos, manchas en la pared, hojas en el suelo, telaraña en el rincón, o cualquier otra indicación que la casa está sucia. Claro que hay señales de una casa sucia, pero estamos listos para limpiar. Es decir que no esperamos hasta que sobresalga la basura del basurero para comprar bolsas. Tampoco dejamos la compra de una escoba hasta que montones de hojas estén acumuladas en el suelo. Sabemos que la casa se ensuciará. Nos preparamos para tal ocasión.

Aun sí nuestra visión espiritual falla de vez en cuando, compremos con anticipación la escoba espiritual. Tal escoba debe incluir la palabra de Dios.

Otra  señal puede ser la misma nación de Israel. Israel es testigo de la existencia de Dios como dice Isaías 43:

Ustedes son mis testigos —afirma el Señor—,
      son mis siervos escogidos,
   para que me conozcan y crean en mí,
      y entiendan que yo soy.
   Antes de mí no hubo ningún otro dios,
      ni habrá ninguno después de mí. (43:10)

¿Cómo nos ayuda, Israel a aclarar la visión espiritual?—Por las señales cumplidas que nos prueban la existencia de Dios y la veracidad de su palabra. Cumplida fue la promesa a Abraham, Isaac y Jacob de hacer una nación de su descendencia (Gen 17:3-8; Gen 35:10-12; Deut 9:5) cuando también fue repetida a David, el rey de Israel (1 Crónicas 17:11-14). La descendencia de Abraham sí se multiplicó y tomó posesión de la tierra prometida. Pero después Israel fue dispersado por todas partes del mundo a como Dios profetizo la consecuencia de la desobediencia de la nación (Deut 28:15, 25-26, 36-37; Deut 31:16-18; Eze 39:28). La historia muestra el cumplimiento de la palabra de Dios en cada detalle. No hubo una nación de Israel durante más que 2 mil años. Contra toda probabilidad humana, los judíos sobrevivieron. Los judíos sobrevivieron cautiverios, persecuciones y el intento de exterminarlos. Este pueblo siguió existiendo porque Dios había declarado “Ustedes son mis testigos” y prometió que un día regresarían a la tierra prometida, como dice Ezequiel 39:

28 Entonces sabrán que yo soy el Señor su Dios, quien los envió al exilio entre las naciones, pero que después volví a reunirlos en su propia tierra, sin dejar a nadie atrás.

Y también Jeremías 31 dice:

Naciones, escuchen la palabra del Señor,
      y anuncien en las costas más lejanas:
   "El que dispersó a Israel, lo reunirá;
      lo cuidará como un *pastor a su rebaño."
Porque el Señor rescató a Jacob;
     lo redimió de una mano más poderosa. (v.10,11)

En la historia reciente vemos como se cumplió la palabra de Dios a como se formó la nación de Israel, en la tierra prometida como profetizó Ezequiel en capítulo 38:*

Al cabo de muchos días se te encomendará una misión. Después de muchos años invadirás un país que se ha recuperado de la guerra, una nación que durante mucho tiempo estuvo en ruinas, pero que ha sido reunido de entre los muchos pueblos en los montes de Israel. Ha sido sacado de entre las naciones...

De pocos millones que sobrevivieron en el mundo, preservaron su identidad y regresaron a formar una nación reconocida en todo el mundo, como describe Zacarías 12, hablando de los últimos días:

Y todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.
En aquel día convertiré a Jerusalén en una roca inconmovible para todos los pueblos. Los que intenten moverla quedarán despedazados. (3)

Tales cumplimientos de las señales de Israel, testigo de Dios, nos ayuden a restaurar la vista espiritual. Pero no podemos dejarlo así sin tomar acción. La vista renovada debe empujarnos a escudriñar aún más las escrituras, evitando las influencias del mundo y adoptando una mentalidad espiritual así como explica Pablo en Romanos 12:2.

No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.

Muchos citamos este versículo, pero con razón. La renovación de la mente es la única manera de afectarnos el cambio. Por ejemplo, podemos cesar de hablar mal de nuestros vecinos, pero si no dejamos de pensar mal, no hemos cambiado de verdad. Pablo lo explica así en Romanos 13:14.

Más bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa.

Es decir que si podemos soltarnos de la necesidad de satisfacer nuestros propios deseos, escapamos de la trampa que nos previene cambiar de verdad. No lo logramos siempre. Jesús sí lo mostró perfectamente como dejar atrás su propia voluntad y pensar primero en los demás. Jesús también nos ayuda como nadie más nos puede ayudar y como sanó al ciego en Juan 9. Que gran ejemplo de curación tan alentador para nosotros. Un ciego por completo y sin esperanza en el mundo recibió la vista cien por ciento clara. Este hombre fue trasladado de un camino de oscuridad hacia un camino de luz brillante.

Miremos las señalas para que tengamos confianza en nuestro salvador quien nos sana si se lo permitimos. Nos limpia, nos abre los ojos y nos alumbra el camino como dice Juan 12:46.

Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas.

Lo que queda para cumplir  la promesa respecto a Israel es evidente al final de Ezequiel 38:8.

Al cabo de muchos días se te encomendará una misión. Después de muchos años invadirás un país que se ha recuperado de la guerra, una nación que durante mucho tiempo estuvo en ruinas, pero que ha sido reunido de entre los muchos pueblos en los montes de Israel. Ha sido sacado de entre las naciones, y ahora vive confiado.

Jesús puede regresar a este mundo en cualquier momento. Con él viene una nueva época de paz que dura para siempre. Guardémonos, pues, alertos para que cuando El venga, nos cuente entre los justos de la nación de Israel espiritual.

Hermano Jeff Hibbs (Canada)

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